http://bilbaoconsultores.es/?p=778 Imagine que se encuentra en la enoteca de su barrio. Es Vd. un consumidor avanzado, le gusta probar vinos y disfrutar de ellos. A lo mejor incluso ha realizado algún curso de cata. Aunque conoce al dueño de la enoteca, entiende que si le pregunta seguramente le recomiende lo que más le convenga vender en ese momento. Quiere llevar un vino nuevo a esa cena con los amigos, varios de los cuales también son aficionados, del próximo sábado. Se sitúa ante el largo lineal de los tintos de crianza. ¿Qué vino elegirá?
En un interesante trabajo Schamel y Anderson analizaron cuáles eran los factores que influían en que los consumidores estuvieran dispuestos a pagar un mayor precio por los vinos. Encontraron que eran básicamente cuatro. El primero de ellos era la variedad de la uva, siendo de forma homogénea mayor el precio de los vinos tintos que el de los blancos (entre un 30 y un 50%). Entre las tintas había pocas diferencias. El segundo factor era la reputación de la bodega, que también influía en el precio según la calificación que le daban las publicaciones especializadas. El tercer factor era la región. Este fenómeno era más acusado cuando se fomentaba la diferenciación desde las instituciones públicas, tal y como se hace en España con las D.O. o los Pagos. Y el cuarto factor era la calificación de las publicaciones especializadas, que se encontró que influía en el consumidor de tal forma que llegaba a pagar entre 0.41 y 1.10 dólares más por punto de calificación, según si se trataba de vinos jóvenes, crianzas o reservas (en los reservas el efecto era mayor).
Por lo tanto, la próxima vez que tenga un vino en sus manos y mire el precio, sepa que sí, su puntuación influye en lo que Vd. paga.