http://mariaeliasdn.es/categoria-producto/recursos/url(https:/fonts.googleapis.com/css?family=:300,300italic,400,400italic,700,700italic Es bastante conocido que el exceso de riego en los viñedos tiene como principal consecuencia un descenso en la calidad del vino. Sin embargo, no lo es tanto el efecto de un riego moderado. El clima que disfrutamos (o padecemos) en la mayor parte del país somete al viñedo a un elevado estrés hídrico en los meses de julio y agosto. Ello, unido a las habituales altas temperaturas, provoca en muchos casos maduraciones aceleradas y vendimias muy tempranas. En un estudio realizado a finales de los años 80 en la zona del Priorat se compararon los resultados del riego moderado con los del viñedo de secano, comprobando un aumento de la calidad de la materia prima y por lo tanto del vino.
En otro interesante estudio se encontró que no se puede hablar de un óptimo de producción por Ha, sino que depende del vigor del viñedo, ya que viñedos muy vigorosos son capaces de soportar mayores cosechas sin merma de la calidad.
Por último, en un tercer estudio, se encontró que los niveles de irrigación mínimos contribuían a que los vinos fueran más frutales, mientras que los niveles de irrigación estándar los hacía más herbáceos, sin por ello significar que la calidad fuera menor, sino simplemente que los vinos obtenidos eran diferentes.